Amarre para que se enamore de mí – Parte 3

Amarre para que se enamore de mí – Parte 3

Había algo en Diego que me desbordaba el alma. No sabía si era su sonrisa, su mirada intensa o esa forma única de hablarme como si fuéramos los únicos en el mundo. Desde la primera vez que nos vimos, sentí que algo inexplicable nos unía. Pero, como en los cuentos, nuestras vidas tomaron caminos diferentes. Él se enamoró de alguien más y se alejó, y yo me quedé con ese vacío, una herida que nunca cerró.

El tiempo pasó, y cada vez que intentaba olvidarlo, algo me lo traía de vuelta. Decidí que necesitaba algo más fuerte que el simple deseo, algo poderoso que rompiera las barreras entre nosotros y trajera su amor de vuelta a mí. Fue entonces cuando oí hablar de Mariela Gauna, una experta en amarres de amor. No era fácil acudir a alguien como ella, pero algo dentro de mí susurraba que era mi última esperanza.

Un día de otoño, visité a Mariela en su pequeño santuario online en medio del bosque como ella misma cuenta que es donde reside. A través de sus redes sociales y su canal de Youtube descubrí que El lugar era mágico, impregnado de una energía que envolvia en cuanto lo observabas. Mariela me recibió con una palabra por audio de WhatsApp profunda y cálida, como si ya conociera cada uno de mis secretos. Le conté mi historia con Diego, y ella, con una sonrisa casi maternal, me aseguró que el amor verdadero nunca se pierde; simplemente se desvía.

El ritual comenzó esa misma noche. Mariela
Me explicó como lo haría y me fue dando detalles de las velas y de cómo trabajaría en nuestro altar…. Dijo qué: encendió velas alrededor de una mesa de madera tallada, en la que había colocado una foto de Diego, una rosa roja, y un hilo rojo que simbolizaba nuestro vínculo. Cada elemento tenía un propósito: la rosa, para avivar la pasión; el hilo, para atarnos espiritualmente, y mi propio corazón, que se ofrecía a su amor incondicionalmente.

Aunque me dijo que también había muchísimos otros elementos como inciensos resinas objetos y materiales esotéricos que no me podía detallar y que el ritual incluía muchas horas de trabajo con hechizos oscuros y oraciones….

“Piensa en él, en lo que sientes cuando lo miras”, me dijo Mariela, quería que yo haga eso en los horarios en los que ella iba a estar trabajando activamente en el ritual mientras comenzaba a recitar unas palabras en un idioma que nunca nadie había escuchado.

Cerré los ojos y recordé cada instante con Diego, cada sonrisa, cada mirada fugaz, cada promesa que jamás se cumplió. Sentí cómo una ola de emociones me invadía, una mezcla de dolor, deseo y esperanza. Las palabras de Mariela se elevaron en el aire, fundiéndose con mis propios pensamientos, creando una energía que parecía tangible.

De pronto, un viento gélido recorrió mi alma. Sentí un escalofrío, y Mariela, sin interrumpir el ritual, me escribió para comentarme como estaba evolucionando mi trabajo esotérico. Sabía que algo estaba cambiando, que las fuerzas invisibles a nuestro alrededor estaban escuchando.

Los días que siguieron fueron un torbellino de emociones. No sabía si realmente el ritual había funcionado o si estaba atrapada en mis propios deseos.

Si iba a funcionar qué pasaría día a día como continuaría y qué pasaría con él…

Pero entonces, un mensaje suyo apareció en mi teléfono, inesperado, casi surrealista. “He pensado en ti últimamente”, decía, y mi corazón latió con fuerza. Era como si el universo mismo nos hubiera dado una segunda oportunidad.

Nos vimos una noche lluviosa, bajo la misma luna que había sido testigo de tantos sueños compartidos. Él se acercó y me miró de una manera que no recordaba; era más profundo, más seguro. No hizo falta hablar mucho, porque sus labios encontraron los míos en un beso que selló todos los años perdidos y los recuerdos que nunca murieron. En ese instante, supe que el amarre había funcionado, pero no como imaginaba: no solo había atado su corazón al mío, sino que había despertado el amor que siempre estuvo latente en él.

Mariela me lo dijo después: “El amor verdadero no se crea ni se rompe. Solo se despierta cuando el alma está lista para recibirlo”. Y ahora, Diego y yo éramos almas listas, unidas por un vínculo eterno. Nos abrazamos bajo la luna, prometiéndonos que nunca más dejaríamos que nuestros caminos se separaran.

Desde entonces, vivimos como en un cuento de hadas, con la intensidad de aquellos que han perdido y vuelto a encontrar el amor.

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